El Edificio - Historia
Frente la iglesia de San Martín, en pleno casto histórico-artístico de Segovia se encuentra el edificio que alberga el Hotel Condes de Castilla. Se trata de un palacio restaurado del siglo XIII que rehabilitado con esmero se ha convertido en un Hotel diferente a toda la oferta existente en Segovia. Las obras acometidas sacaron a la luz elementos importantes que nos permiten seguir paso a paso su historia.
El edificio en cuestión corresponde a principios del siglo XIII y en las sucesivas reformas no se ha alterado la distribución original; basada en el patio principal, en el cual, durante las obras de rehabilitación se descubrieron importantes grafitos en ocre y rojo en los que hemos de destacar los tres escudos jaqueados que adornan la portada de la galería alta correspondiente a la familia "Álvarez de Toledo y Montoya". A la izquierda, en la portada inferior, la siguiente inscripción gótica "BADE LEDO" (vete contento). En la portada de entrada al patio otra inscripción importante con dibujos de un torneo medieval y una inscripción sin terminar de recuperar en la que se puede leer: "Aunque me cayo...", posible lema de la familia Álvarez de Toledo, pues a la derecha aparece un escudo con doce panelas correspondiente a dicha familia.
En el siglo XVI fue en Segovia un siglo de prosperidad económica lo cual se refleja en las reformas de numerosos patios palaciegos, a dicho siglo corresponde la reforma del patio porticado, las esbeltas columnas están coronadas por capiteles pseudojónicos importantes.
La galería superior, presenta una curiosa solución única en Segovia de pies derechos, de sección cilíndrica con modulación del mismo estilo.
Todo el patio fue enlucido con esgrafiado imitando sillares, y en las ventanas, rejas importantes de la época. Toda la obra del siglo XVII, a la cual corresponde la escalera principal situada al lado norte, son obra del insigne arquitecto D. Pedro de Brizuela, así como la estancia situada al lado Este. Los escalones son de madera y cerámica; con la contrahuella en cerámica de la época y la barandilla de balaustres de madera.
Nada sabemos de la familia que construyó el palacio en el siglo XIII; en el XV pertenece a la familia "Álvarez de Toledo y Montoya"; en el XVI, al mayorazgo de D. Jerónimo Arias de Vinuesa; en 1708 es propiedad de D. Manuel Elgorriaga y Azcárate. En 1752, es propiedad de D.ª Maria de Peñalosa y Machuca (Marquesa de Zafra). Después de pasar por distintos propietarios además de ser palacio en tiempo de la orden Templaria, del Inquisidor Mayor, fue adquirida por la Familia Calvo, actuales propietarios, que bajo la dirección del ilustre arquitecto Alberto García Gil, galardonado con distintos premios internacionales, se acometió la restauración total del edificio.
Al fondo del zaguán y con entrada desde el patio hay una estancia de planta casi cuadrada cubierta con bóveda rebaja con lunetos y pintada figurando una modulación geométrica que se adorna con motivos vegetales muy estilizados y un florón mas naturista en el centro en sepia y oro. Esta estancia o capilla, que así se denomina, es obra de Brizuela, se cree con motivo de instalarse en el palacio la sede del Inquisidor Mayor de Segovia, por lo cual en ésta, se reunían habitualmente los Caballeros Templarios. Respecto a esto, junto a la subida a los comedores encontramos un pergamino hallado en la rehabilitación que corresponde a una sentencia del siglo XVI, posiblemente dictada en esta estancia.
Un arco recuperado del siglo XIII. Fue descubierto en las obras de rehabilitación. Según cuentan las crónicas de la época en él se deposito el cuerpo del comunero Juan Bravo, pues parece ser que al regreso de Villalar, ya decapitado, y por ser su parroquia la actual San Martín, se organizo un gran tumulto frente a este edificio y sus partidarios ocultaron sus restos dentro de esta casa.
Cuando Roma acometió la importante empresa de traer desde la cercana sierra el agua al entonces asentamiento romano en la zona alta de Segovia, al tiempo del famoso acueducto, se hicieron en Segovia, algunos aljibes que estaban situados dentro de los pequeños palacios construidos al efecto para las familias nobles romanas. Uno de aquellos aljibes es el que podemos admirar en este palacio único que se puede ver en Segovia. Se accede a él por una bodega excavada en roca.